DIA 7: VANCOUVER iii y se acabó
En este hostel o espabilas o te quedas a dos velas, hay una interfecta china que pilla torretas de bagels intercalados con servilletas de papel y se lo lleva suponemos que para hacerse la pensión completa desayuno, comida y cena. De hecho me han dicho que por la mañana temprano se ven incluso muffins de grosellas o chocolate. Hay que ser un poco arisco y no darte a entender porque si no termina alguno contándote su vida en verso de cabo a rabo, algo inevitable si metes en tres mesas a huéspedes de 4 o 5 plantas.
Vemos hoy Granville Island una islita que alberga un mercado de productores muy coqueto, con unos chuletones… unas grosellas… unos salmones… unos bagels… sushi, etc etc etc…esta unida a Vancouver por un tremendo puente de unos xx metros que realmente quita el hipo. De allí nos vamos a Soma (South of Main St) con tiendas de segunda mano y restaurantes con gente hippie y moderna. De todos modos tampoco era para tanto. Comemos en un diners chino
llegamos a la ciudad olímpica y con el skytrain regresamos al centro a hacer las últimas compras de Canadá en las tiendas de souvernirs que tanto echaremos de menos en Seattle.
No sabemos por qué pero tenemos imán para los eventos y casualidades de la vida se celebra el Pride Day, cierran una calle entera pagas y entras al desfase: aunque digamos que son monjitas de la caridad comparadas con el día del orgullo gay de Madrid. Muchachotes con culottes dorados, locas disfrazadas de marujas de 2 metros, travestis estupendas con maquillaje súper perfecto y curvas de espanto, dando rienda suelta al menos por un día a ese superyo canadiense tan perfecto, cívico, y ordenado.
Buscando un restaurante indio nativo es decir americano, durante 1000 números llegamos a una zona en construcción donde suponemos estaba nuestro objetivo, Lily gate, así que por casualidad llegamos a una playa preciosa y muy animada al atardecer. Como teníamos aún dineros del año pasado de la indemnización de la Turkish, buscamos restaurante y sin hacerlo a propósito paramos en un griego…si lo llegan a saber.
Para terminar nuestras ultimas horas en Vancouver nos sentamos a ver pasar freakíes en el banco de costumbre, y como no, no nos defrauda en absoluto.
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