DIA 0
El vuelo sale temprano así que a pesar de estar en Madrid las cañas previas a cualquiera de nuestros viajes se reducen considerablemente. Nos levantamos a las 4 de la mañana y con todo listo para nuestro periplo por las Américas cogemos un taxi para Barajas, para despedirnos de nuestro amable país pagando 34 euros y unos 20 por 4 cafés y un sándwich para desayunar, caso nada. ¡Adiós España!
Me enfrento a este viaje con tranquilidad extraña ya que las últimas excursiones a Asia suponían un viaje a una cultura muy distinta y a una serie de dificultades que en Occidente aparentemente no existen: vacunas, idioma, higiene, cuidado con la alimentación y con el agua, repelente de mosquitos, malaria etc.
El vuelo a Londres pasa rápido pero las 5 horas de espera en Heathrow se hacen interminables en un aeropuerto menguado por las obras. El trayecto con Air Canadá a Calgary es agradable y nos tratan a papo de rey agasajándonos con comida, bebida incluso helados en un vuelo de apenas 8 horas. Mi compañera, haciendo gala de su nacionalidad irlandesa se trinca nada más y nada menos que la friolera de 3 botellines de vino tinto, hasta el punto de darle el hipo e incluso resaca. Problemas con el desembarco de las maletas nos llevan a un retraso de más de 2 horas pero felizmente y como novedad todos tenemos equipaje.
La siguiente operación es la recogida del coche de alquiler que ya habíamos reservado, pero que nos encajan uno superior sin mayor problema, aprovechándose de nuestras ganas de llegar. Con lo que partimos con nuestro imponente Chevrolet Impala de 3500 cc y casi 220 caballos algo así como el doble de lo que manejamos habitualmente. La autopista Trans-canadiense 1, nos anticipa la que va a ser la postal de los próximos días, ríos de un azul intenso, pinos en un número incalculable, cumbres nevadas y una paz y tranquilidad inusitada. Pagamos 70dolares canadienses por un pase de cuatro días a todos los parques naturales, dinero muy bien invertido por los autoridades en acondicionar carreteras y servicios.
Por fin y después de casi 28 horas en pie, de trasiego por aeropuertos, maletas, sueño…llegamos a nuestro destino BANFF. El pueblo-ciudad es un lugar de cuento con casitas de madera de colores preciosas sin necesidad de vallas y verjas con unos jardines verdes y acolchaditos de lo que llueve, con porches y barbacoas en un escenario inmejorable. Nuestra casita es de hecho una de las más imponentes, pintada de azul cielo incluido el tejado, desde la cocina hasta el baño o la sala de estar pasando por nuestra habitación que incluye un oso disecado colgado del techo, y diferentes herramientas y cornamentas. Simplemente como solemos decir: Hemos acertao!!
Eddie's burguer 14CAD pero fue la mejor |
Pero el placer más intenso llega cuando al fin nos cenamos una de las mejores hamburguesas que haya comido nunca en Eddie’s, la carne jugosa y muy bien hecha tiene un sabor que aun me pone los pelos de punta. Terminamos más que llenos con la ración y felizmente ponemos fin a este día de más de 30 horas
Bea! me encanta este giro del blog. Creo que se tiene que convertir en un blog de viajes, además tal y como lo redactas me parece estar al ladico tuyo comiendome la hamburguesa o mirando la cabeza del oso antes de irme a dormir.
ResponderEliminarLo tienes chupao porque estais todo el día "mundo alante" jjajajajaª!!!!!
GRACIAS Estela, son 15 dias asi que tienes literatura para rato
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