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Crónica de una clásica

Desde que comenzamos a desempolvar estos cacharros el año pasado los límites de nuestra ilusión y nuestro esfuerzo se han convertido en algo totalmente imprevisible.

En mi vida había participado en ninguna carrera - obvio las del colegio en las que mi amiga Nuria ganaba y yo llegaba fuera de control-y ahora en poco menos de un año ya llevamos dos y entrenando para una tercera.
Inaudito para mi o para mi padre que ronda los 74 años y sigue en una forma envidiable a pesar de un par de calambres que casi arruinan nuestra carrera.
A pocos les importaba que se celebrara la gran Eroica Primavera en Italia, en Cariñena el espíritu y las ganas eran las mimas. Esta vez nada de grandes marcas, franquicias ni artificios para un encuentro casi familiar de bicicletas clásicas no muy lejos de casa, y además zona conocida para mi como era el Campo de Cariñena. Organización impecable por parte del Pedal Aragonés, que por un precio casi ridículo de inscripción cubren regalos, 2 avituallamientos, servicios de recogida de bici, ambulancia, dorsales serigrafiados con tu nombre y diploma acreditativo.

Sorprende que habiendo participado en ediciones de grandes marcas - por todos conocidas - se ofrezca tanto por tan poco, sin pasar por alto el inmejorable ambiente de ciclismo del que disfrutamos.
Pero empecemos con la crónica de los acontecimientos, me había informado de que el recorrido era asequible para mi padre que con sus 73 años era casi uno de los juveniles del pelotón, y para mi una deportista nefasta y con una forma física pésima a pesar de mis pinitos ciclistas y mis tardes de gimnasio. 
Los Yangüela
Poca tierra, terreno fácil poco desnivel y la posibilidad de tomar el recorrido corto de unos 35km que nos devolvería a Cariñena en poco menos de 2 horas. Desafortunadamente, nadie contaba con un invitado de excepción y uno de los mayores enemigos cuando montas en bicicleta, pero gran conocido en el valle del Ebro; el viento.
Ráfagas aseguraban de hasta 40/50 km/h hacían perder el equilibrio y sobre todo exigían un esfuerzo adicional a las piernas, cuando pasábamos por las zonas más despejadas y altas de Almonacid, Tosos o Paniza.

Salida a las 9 de la mañana con 5 grados en el termómetro y una sensación de frío de 0º. Comienzan a aparecer las máquinas montadas por sus orgullosos y aguerridos dueños, mucho maillot de lana manguitos e indumentarias poco propias del ciclismo de antaño pero necesarias en esta fría mañana de mayo. Pero también aparecen caras conocidas de otras clásicas en pantalón corto como mandan los cánones y perfectamente uniformados y aconjuntados para no desmerecer a la preciosa Bianchi que manejan. Ellos también nos conocen, los Yangüela  nos reconoce el secretario, de la Peña Ciclista Solera Riojana! nos saluda otra vieja gloria con el maillot que asegura haber vestido el mismísimo Bahamontes. Mi padre está en su salsa, Colnago por aquí, Zeus por allá, encuentra a biciclásicos de su edad y ya empezamos a encontrarnos como en casa.



Este club ciclista es además el Bianchi Club España, por lo que al llevar una Bianchi me regalan una pulsera de bienvenida al club de bianchistas, para mi satisfacción comentan que mi bianchi aunque restaurada esta muy bien conseguida, esto me va a dar alas!! Es todo un honor rodar a su lado y con bicis de los 40 y 50, intactas, cuidadas y mimadas.
Bianchi Club España

Somos unas 60 personas como decía un peloton familiar, ya habíamos visto las inscripciones y mi padre me dice no hay ninguna mujer, pero menos mal veo una chica! de Madrid muy maja, altísima y joven, se le ven muy buenas formas así que pienso ¡Dios! no se si lo conseguiré...fuimos cómplices a la hora de buscar baños que a nuestros compañeros no les hicieron falta, solidaridad femenina. Entre tanto foto de grupo, corte de cinta por el alcalde y salida neutralizada por las calles de Cariñena, no veo a mis ex-alumnos estarán durmiendo, pero casi mejor con esta pinta espero que no puedan reconocerme!
Salimos camino a Almonacid camino asfaltado vamos en cabeza con un ritmo muy asequible que nos anima, mi padre dice así vamos bien. Pero enseguida empieza a azotar el viento y cuesta y mucho mover la bici, la carretera entra en Almonacid y al cruzar el stop primer repecho de los buenos a traición no da tiempo a cambiar, los cambios no son ni automáticos ni algunos sincronizados...hay que levantarse y apretar, pero el coche de apoyo también de hace mil años no sube nos hace parar y ya tengo que bajarme de la bici, vaya pienso no va a ser tan fácil.
Salimos del pueblo y otras dos subidas exigentes al menos para mi, veo a Angel el secretario que al llegar a nuestro lado dice aquí me quedo con los Yangüela asi que nos bajamos con el. No pasa nada si no se  puede se sube andando, aquí no hay 12 marchas, 3 platos ni 7 coronas...ni campeones olímpicos.
A lo lejos vemos como al coronar la colina el peloton espera, que alivio, reagrupamos y rodamos por campos de trigo y viñas, los colores de la tierra con los de los maillots ofrecen un paisaje precioso, pero lo siento no puedo hacer fotos aún. Andamos con charla animada con un chico de Bilbao Soriano de adopción que se interesa por nuestras bicis, su Zeus recuerda a la primera bici del Sr. Yangüela, todo sin perder de vista la serpiente multicolor camino ya del primer avituallamiento.
Que alivio ver el Santuario Virgen de Lagunas, volveremos al grupo y habrá un descanso, llevamos solo unos 20 km, pero no viene mal algo liquido y solido.  El Pedal Aragones, nos procura una bolsa con un bollito de jamón y queso, fruta, una barrita y algo de beber, como debe ser, no es de recibo que después de pagar más de 50€ uno llegue al punto de avituallamiento y solo pueda beber agua, tomen nota señores de "L'Eroica Hispania".
Pasamos aqui un buen rato de charla examen de bicicletas, y ya aparece por fin nuestro coche de apoyo!
decidimos entonces que podemos acometer el siguiente reto hacer el recorrido largo, unos 65 km más tierra, más subida...pero se nos hace poco retirarnos tan pronto. Hay quien ya se retira a Cariñena, coincido con un autentico clásico que me dice padece del corazón y no quiere forzar, que se codeo con la élite profesional en sus años jóvenes pero que ahora ya solo disfruta de sus 53 años de ciclista, bastantes mas de vida deduzco.
Atravesamos campos preciosos de frutales perfectamente alineados, a mi padre como buen agricultor le impresiona el cuidado de la explotación. ahora si aprovecho para retratar al peloton, con el santuario al fondo.
                         

                                
Cruzamos las calles de Longares y su arco arropados por sus gentes que aplauden y animan, ni rastro de mis alumnos de Longares tampoco, casi mejor. Tomamos ya dirección a Tosos por caminos asfaltados, un lujo que pronto se acabará en favor de la tierra y la piedra. El día está despejado y con las primeras cuestas, ya que tenemos que salvar cierto desnivel hasta Paniza, el grupo se va estirando con el coche antiguo al frente.
Coche antiguo que abre encabeza el grupo
El paisaje poco tiene que envidiar a la Toscana, y a lo lejos en lo alto vemos el coche y los colores de los maillots. Son ya 40km y se van sintiendo los baches, las piedras tanto en los brazos como en las piernas. Angel me anima y anuncia que llegamos al 2º avituallamiento en las Eras de Tosos, pero desafortunadamente y sin cobertura en los móviles la cabeza del pelotón se salta el lugar escogido.
Paramos kms más adelante eso si expuestos al viento que sopla con ganas en estos parajes, de hecho somos muchos los que nos reguardamos detrás de la ambulancia. Mi compañera se interesa por mi estado, se agradecen siempre estos gestos. Alguna foto, un poco de agua, un plátano y montamos de nuevo. Estos primeros metros me permiten volver a la conversación con algunos de los ciclistas. Pasamos el cartel de los 50 km y alguien dice, pero ¿es que aún quedan más de 10?
en el segundo avituallamiento 
Y es que el viento ahora es insoportable apenas puedes hablar con el de al lado, voy preguntando a mi padre que tal va, y me dice que bien, pero ya vamos cansados, está claro que hay que entrenar más.
El camino vuelve a empinarse en un sube y baja de colinas hasta llegar a una pendiente marcada como peligrosa, al girar a la izquierda vemos a José Fort que ha pinchado y nos dice que sigamos que está terminando de colocar el tubular. No hemos visto muchos pinchazos ni tampoco caídas, menos mal.
Otro grupo de maillots del Kas y el Reynolds también tienen que parar para cambiar tubulares. Nosotros seguimos porque nos hemos descolgado ya unos metros, la bajada tenía muchas piedras y me patinan bastante las ruedas además de la dificultad de mantener el equilibrio por el viento. Siempre me han dado miedo las bajadas y el ir totalmente agachada para frenar me carga los hombros, pero Cariñena ya se ve a lo lejos, estamos casi en meta.
Mi padre no va bien, me preocupa porque sé que no se va a bajar de su Colnago. Se le agarrotan las piernas, le pasa a menudo y cuenta que una vez le ocurrió en una Vuelta Ciclista en La Rioja y tuvo que bajarse.
No hago más que preguntarle, José Fort nos alcanza ya, esto quiere decir que no vamos bien le ha dado tiempo de arreglar el pinchazo y nos ha alcanzado. Tenemos que parar en una de las últimas cuestas llegando a Paniza, se baja de la bici y nuestro compañero de ruta se detiene también para echar una mano. A lo lejos veo a la ambulancia y otro grupo que viene detrás, nos preguntan,  todos se ofrecen para ayudar. El médico le pide que se suba y abandone, pero estoy convencida de que no lo hará.
José Fort y J.L. Yangüela, llegando a Paniza.
Puro orgullo Yangüela deduzco, mi madre me lo repite muchas veces así que será a esto a lo que se refiere, así que enseguida vuelve a montarse y arrancamos. Angel me aconseja ir de Paniza a Cariñena por la carretera, hay más gente que lo hace para evitar el sube y baja y el terreno de tierra. 
José y su Bianchi nos animan y dan algún empujoncito, un compañero inmejorable al que desde aquí agradezco su apoyo y atención. 

un gran compañero
¡Ya se ve Paniza! y al fondo al bajar la cuesta vemos a nuestra afición mi madre y Alex que se han puesto morados de anchoas en El Arco, nos aplauden al paso.
Paniza

Los últimos 6 kms hasta la meta son un infierno con un viento de cara que nos hace echar el resto y dando relevos para quitarnos algo el aire vamos restando kms. ¡Un último esfuerzo papá que ya llegamos! le duele, pero aguanta. Un coche de la organización va detrás de nosotros e incluso nos hace de parapeto para los camiones, no tengo más que palabras de agradecimiento para este club ciclista, la verdad.
Giro a la izquierda en la gasolinera y llegada ya a la oficina de turismo a la vez prácticamente que el pelotón. Lo hemos conseguido y aunque no cruzamos ningún cartel de meta la satisfacción es la misma. Ya no duelen las piernas, ya no se sienten los kms, ya no nos importa el viento, una vez alcanzada la meta se nos olvida todo. 


Nos acercamos todos hasta la fuente de la Mora de donde habíamos partido a las 9,30 y retratamos el momento. No nos quedamos a comer, así que toca despedirse de toda esta gente, de los sres de Lérida que proponen ir a Balmaseda y a Abejar, de los chicos de Soria, de los valencianos y sus mujeres, y sobre todo de los del Pedal Aragonés organizadores esta carrera. 
A buen seguro repetiremos, y espero que algunos tomen nota de esta impecable organización. 
Muchas gracias Bianchi Club y al Pedal Aragonés y a todos los que compartieron ruta con nosotros, hasta la próxima.

Llegada a la Fuente de la Mora



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